¿Y después del encierro qué nos queda? Desde los confinamientos, las medidas de emergencia, los distanciamientos, la crisis ¿cómo seguir?

Detrás de las mascarillas seguimos respirando en secreto.

Una manera en que nos arrolló esta pandemia fue la de buscar nuevas maneras de relacionarnos. Los artistas logramos de forma telepática trasladar nuestros sentires, nuestros miedos, nuestras ansiedades, todo nuestro interior hacia un objeto, una acción, cualquier manera de materializar esas emociones, pensamientos e indagaciones que nos persiguen, acechan y convocan.

En esta muestra, aunque no podamos juntarnos en persona todos, tenemos las sensibilidades de 11 artistas, junto con la de cada visitante, que conversan a la distancia, pero una distancia íntima, como la mano que trazo un dibujo, la mano que tocó un material.

Andrea, Ana, Angélica, Pichi, Manuel, Alejandro, Fernando, Norman, Josue, Gabriel, Yavheni, Silvia y Extra, les convidamos a que nos encontremos, en persona, a distancia, como sea.

Dejemos entonces qué las sensibilidades llenen, por el momento, el aire que nosotros no ocupamos. Que las obras sirvan de manifiesto que, aunque no estemos en persona, seguimos vivos, sintiendo, pensando, respirando. Todavía nos relacionamos, y podríamos ver estas piezas como receptores, antenas parabólicas, espejos, que sostendrán la mirada de quien las vé, y se las rebotarán a quien las vea después.

Cuando nosotros no vemos las piezas, siguen transpirando sensaciones. Cuando dormimos, las piezas conversan. La Galería puede estar vacía de personas, pero no está muerta. Cuando dormimos los sueños de cada artista conversan, platican sobre nuestras ausencias. En cada pieza están las peticiones que cada persona dejó ahí encargada. Que cada persona que llegue puede tomar prestada.

Encarguemonos todos de mantener este pulmón, aunque lenta y distante, mantener está conversación telepática, y que este espacio se oxigene, se llene de un segundo respiro.

— Gabriel Rodríguez Pellecer